Valga el título (que parece una frase dicha por un gallego) para divertirnos con los palíndromos. Un palíndromo es una palabra o frase que resulta la misma leída de izquierda a derecha que de derecha a izquierda. Es palabra que debemos al griego pálin (de nuevo) drómos (recorrido). Sara Baras es una artista palindrómica.

Los primeros ejemplos se atribuyen a Sótades de Maronea, uno que no tenía miedo a los poderosos. Era tan satírico como subversivo y vecino de Alejandría, cuya Biblioteca padece la leyenda urbana de que fue incendiada y destruida.
Cómo sería Sótades de satírico que una vez le dio por escribir contra su rey Ptolomeo II a causa de su matrimonio con su propia hermana, a la sazón Arsínoe, quien por cierto daba nombre a la ciudad que luego se llamó Éfeso. Ptolomeo tuvo noticia del salero de Sótades y le hizo tanta gracia que lo mandó ejecutar.
El primer palíndromo conocido en castellano se lo debemos al valenciano Joan Timoneda, quien en el siglo XVI escribió para la posteridad
OLA MORO MORO MALO NO TARDES Y SED RATÓN: NO DESSEO ESE DON
Si bien mi primer palíndromo, el que aprendí de niño antes de saber que tal juego de palabras se llamaba palíndromo, es el siguiente:
Dábale arroz a la zorra el abad.
Frase chocante donde las haya. Y una pérdida de tiempo, claro está. Si el abad en vez de arroz le hubiera dado una gallina, la zorra habría saciado su hambre, pero hubiéramos perdido el palíndromo. Como dice Mota: «las gallinas que entran por las que salen».

Fue Julio Cortázar quien elevó la categoría palindrómica con hallazgos como
Salta Lenin el Atlas
Amigo, no gima
Átale, demoníaco Caín o me delata
Debemos a mi adorado Augusto Monterroso el haber seleccionado algunos palíndromos de amigotes iberoamericanos dentro de su Movimiento perpetuo y más concretamente en las gozosas páginas que ocupa su Onís es asesino.
El pequeño gran escritor nos invita a participar de sus reuniones con genios de la talla de
Juan José Arreola (me derrite): Etna da luz azul a Dante.
Rubén Bonifaz Nuño: Odio la luz azul al oído.
Enrique Alatorre: ¡Río, sé saeta! Sal, Sartre, el leer tras las ateas es oír.
y Carlos Illescas: Amo la paloma.
A Illescas se le atribuye la autoría de este palíndromo monumental: Sé verla al revés.

El propio Monterroso confiesa no sin ironía su impericia al ensayar un palíndromo: Acá caca.
Como se ve, el problema (con perdón) de los palíndromos es que se esconden en frases medio raras. Veamos más ejemplos:
Adán no calla con nada
Amigo: no gima
Amo la pacífica paloma
Anita, la gorda lagartona, no traga la droga latina
Are cada Venus su nevada cera
Damas, oíd: a Dios amad
Roma ni se conoce sin oro ni se conoce sin amor
Son robos, no solo son sobornos
Yo dono rosas, oro no doy
Aunque a veces, más brillantemente, como en Somos o no somos, el palíndromo se camufla bajo una frase sin llamar la atención:
Se es o no se es
La tomo como tal
Y sobre todo y por encima de todos, sitúo este palíndromo antológico:
La ruta nos aportó otro paso natural
Y hasta aquí hemos llegado hoy.
Ya sabes que puedes disfrutar de mi seso desenfrenado contratando la charla Hablando en plata, a fin de que la audiencia amplíe su vocabulario en un pispás y entre todos fomentemos la curiosidad por nuestro idioma. Y además se divierten. No sé qué más se puede pedir.
Comparte: entre todos lo sabemos todo.
Por cierto que Julia Roberts es un nombre pentavocálico. Las 5 vocales, ni una más ni una menos.
