Las palabras nacen, prosperan y también mueren llegado el caso. Tal cual. La mayoría de las palabras mueren por falta de uso. Por unas razones u otras, pero se van dejando de usar hasta que salen del diccionario. Que es tanto como decir que se van al limbo. Las palabras en desuso también evocan imágenes y costumbres perdidas, reflejan de algún modo la sociedad que les tocó vivir. He seleccionado una colección de palabras en desuso para ti. Empezaremos por el principio. La letra A:
ABRIL. Hermosura, lozanía, gracia.
Además de un mes, se cuentan por abriles los años de edad de una persona joven y también se dice de la primera juventud, el abril de la vida. Pero cayó en desuso la acepción que señalo. Una pena, porque se suele pensar que la lozanía es propia de juventud, toda vez que en general a esa edad se tiene aspecto saludable.
ABSOLVEDERAS. Facilidad de algunos confesores para absolver. Y también gran tolerancia.
Es una pena que en estos días donde hay tanta intolerancia no se tengan más absolvederas. Ahí tenemos la palabra tragaderas, sospecho que exitosa por el signo de los tiempos. No es lo mismo tolerar que tragar, así te lo digo.
AFEITADORA. Mujer que afeita o quita el vello a otra.
Al lado de mi casa hay un establecimiento de belleza (con perdón de la expresión, pero no es mía), frecuentado y atendido por mujeres. En la puerta pone: Todo nuestro personal es filipino. Lo cual me asombra porque ignoro lo que tiene de destacable, toda vez que se anuncia como reclamo y sobre todo me encanta que esa frase no es sexista.

AHOGAMIENTO DE LA MADRE. Histeria.
Ya en 1817 la RAE marcaba esta expresión como antigua. La definía así: Enfermedad histérica que padecen las mujeres, y comúnmente se llama MAL DE MADRE. Hysterica suffocatio.
Es sabido que la etimología de histeria procede del griego hystéra, ‘útero’. Es la razón por la cual a algún iletrado le dio por decir que solo las mujeres pueden ser histéricas, dado que los hombres no tienen útero y -afirman estultamente- por eso no existe una palabra para definir el histerismo en el hombre.
Por supuesto que existe: padrejón.
ALCREBITE. Azufre.
Palabra cuyo origen se encuentra en el acadio. Como sábado, del acadio šabattum, ‘descanso’.
ALCRIBÍS. Tobera, tubo por donde se inyecta aire.
Si tienes aire acondicionado mejor para ti.
ALFADÍA. Cohecho, soborno.
Ya es raro que la palabra esté en desuso, porque el delito está a la orden del día.
ALFAQUÍN. Médico, persona autorizada para ejercer la medicina.

ALFONSARIO. Osario.
La etimología es de todo a cien. Dice la RAE: Quizá cruce de fonsario y el nombre propio Alfonso, con el significado jocoso de ‘el sitio de los Alfonsos’, o sea, al que todos van a parar, por la frecuencia de este nombre propio en cierta época. ¡Les falta añadir ‘sujétame el cubata’!
ALGEBRISTA. Cirujano dedicado especialmente a la curación de dislocaciones de huesos.
Un algebrista es un matemático y también un alcahuete. Esta segunda acepción en desuso referida a un cirujano particular es sorprendente, pero oye, doctores tiene la Iglesia y la RAE. ¿Sabes qué nombre recibe un mal cirujano? Sacapotras.
ALIOJ. Mármol, piedra caliza.
Esta palabra moribunda también nos llega desde el acadio jašpū, ‘jaspe’. De entre las piedras semejantes al mármol siento predilección por la berenguela, cuya etimología por pereza o por piedad no nos aclara la RAE. Se ha quedado un buen momento para recordar que la palabra canica nos llega del inglés marble, que significa canica y también mármol.

ALZAPUERTAS. Actor que solo representaba papeles de criado o de comparsa.
Lo que viene siendo un figurante especializado.
AMARULENCIA. Resentimiento, amargura.
Esta palabra tan usable y tan en las últimas procede del latín amarulentus ‘muy amargo, agrio’ ‘mordaz, maledicente’, y este derivado de amārus ‘amargo’. La amargura es un sentimiento tan miserablemente humano que tiene varios sinónimos como acíbar, agraz, hiel… ¡cómo será de común la amargura que hasta tiene una calle!: la calle de la amargura.
ANIMALIAS. Sufragios o exequias.
En singular animalia es alimaña. En plural honras fúnebres. Inolvidable el epitafio de Enrique Jardiel Poncela: Si buscáis los máximos elogios, moríos.

APOTECA. Hipoteca.
Se trata de una de esas palabras sorprendentes con acepciones inesperadas. Una apoteca es también una botica, por el griego apothēkē ‘almacén’. De la misma palabra helena procede bodega. Ahora vas y lo cascas.
ASCITERIO. Monasterio.
Es de verdad curioso reparar un momento en las etimologías de esta palabra y sinónimas. Asciterio viene del griego askētērion; propiamente ‘lugar de ejercicios’. Cenobio nos llega del griego bizantino koinóbion ‘vida en común’. Los monasterios de lamas tienen un nombre específico: lamasería. Una palabra fea con ganas.

ATAJASOLACES. Espantagustos.
No sé cuál de las dos palabras me gusta más. Seguro que conoces a alguien que encaja en la definición: Persona de mal carácter que turba la alegría de los demás.
AVUCASTRO. Persona pesada y enfadosa.
Lo que todo el mundo llama ahora un cansino.
AZORAFA. Jirafa.
Antiguamente girafa y también camello pardal. Entre 1925 y 2001, el diccionario afirmaba que la jirafa tiene el «pelaje de color gris claro con manchas leonadas poligonales» para acabar diciendo que «el pelaje es de color amarillento con manchas leonadas». Así se las gastan en la RAE. Las jirafas amblan, a diferencia la inmensa mayoría de los mamíferos cuadrúpedos. Al amblar (de ambulāre) el animal anda moviendo a un tiempo el pie y la mano de un mismo lado. Las jirafas, los camellos y los elefantes amblan. Cae en desuso la segunda acepción de amblar: Mover lúbricamente el cuerpo. Ay.

AZOTACALLES. Persona ociosa que anda continuamente callejeando.
Eso que dice Leo Harlem: Yo he salido más noches que el camión de la basura. Sirven igualmente los sinónimos andorrero y pataiperro. Fan de la expresión pasear la capa: callejear.

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No quiero despedirme sin recomendarte el libro de Pilar García Mouton y Álex Grijelmo:
