Guste o no guste, el fútbol es un espectáculo de masas que va más allá de la mera competición deportiva. Como todo lo que genera afición o pasión (los toros y el mar, por citar dos ejemplos), sus palabras específicas se incrustan en el habla popular y por tanto, las expresiones referidas a esos mundos se emplean con naturalidad y asiduidad en la sociedad con independencia de las filias y fobias de los hablantes.
Por eso si alguien necesita ayuda, por difícil que sea, le echamos un capote contra viento y marea.
A veces algunas palabras se unen como lapas. De modo que parece que no se puedan emplear la una sin la otra. Por ejemplo en un pavoroso incendio, craso error, error garrafal, módico precio, fiera corrupia, horas intempestivas, fumador empedernido, mundanal ruido, año sabático, pendón desorejado, viento huracanado, furor uterino y tantas otras.
En lo futbolero tenemos el ejemplo de aledaños. Dime si recuerdas el uso de la palabra aledaños más allá de en los aledaños del estadio y similares. Nuevo los Cármenes se llama el estadio del Granada porque allí un carmen es una finca con huerto o jardín.
El fútbol es cultura, de eso no hay duda. Prueba a preguntar a un menor algo sobre mitología. Muchos de ellos saben que a los porteros de fútbol los llaman cancerberos por el can Cerbero, el perro de Hades que guardaba las puertas del infierno.

Fue polémica aquella prueba de selectividad española a mediados de los 90 en la que se preguntaba a los concurrentes por el significado de la palabra pucelana. La desolación cundió entre quienes no sentían afición por el fútbol. Quienes sí la sentían no dudaron en responder correctamente: natural de Valladolid. Y lo sabían por el Pucela, el Valladolid, entonces equipo de primera división. Para más inri, la palabra no estaba en el diccionario en el año 94, entró en la edición de 2001. Otro caso de la fuerza del hablante sobre la academia. Otro sinónimo aún más desconocido para alguien natural de Valladolid es pinciano. ¿Por qué pinciano? Por Pintia, mansión romana, cuyo sitio se ha creído equivocadamente que ocupa la ciudad de Valladolid.

El fullereno debe su nombre al arquitecto estadounidense Richard Buckminster Fuller. Es llamativa su definición: Forma molecular del carbono que presenta una estructura esferoide hueca semejante a la de un balón de fútbol. ¿Hacía falta que la RAE añadiera que una estructura esferoide es semejante a un balón de fútbol? ¡Fiebre en las gradas y en la Real Academia Española!

Fíjate cómo es esto del fútbol que a tomar por culo, locución verbal malsonante que significa ‘muy lejos’, incluye el siguiente ejemplo en el diccionario: Lanzó el balón a tomar por culo. Otro ejemplo de fiebre futbolera en la docta casa.
Fíjate otra vez en cómo es esto del fútbol que para referirnos a algo de poca calidad decimos que es de tercera división, categoría no profesional. La categoría hace años que desapareció, pero la expresión sigue viva entre los hablantes.
Albert Camus, quien antes de ser Premio Nobel de Literatura jugó de portero en un equipo de fútbol argelino, dijo para la posteridad que lo que finalmente aprendí con mayor seguridad sobre la moral y las obligaciones de los hombres, se lo debo al fútbol.
Otros artistas que igual no sabes que jugaron al fútbol fueron (además del conocido caso de Julio Iglesias) Eduardo Chillida, portero de la Real Sociedad que consiguió el ascenso a Primera en la temporada 1942-43 y en el mismo equipo jugó el luego productor de cine Elías Querejeta. Otros escritores que jugaron como aficionados: Miguel Delibes, Osvaldo Soriano, José Luis Sampedro, Vladimir Nabokov, Eduardo Sacheri, Javier Marías…




Mi amigo Alberto Cacho me chiva por el pinganillo que Pier Paolo Pasolini era aficionado a jugar picados en cuanto podía. Por cierto que el significado de pinganillo como auricular inalámbrico poco visible entró al diccionario en 2014. Hasta entonces solo era un carámbano en según qué provincias españolas. En ese mismo año, por increíble que te parezca, también ingresó chuletón como chuleta grande vacuno. Hasta entonces era un homosexual.
EXPRESIONES FUTBOLERAS
AGUA MILAGROSA. La portaba el masajista si se veía obligado a entrar al campo; hace años que portan ibuprofeno en espray y no agua, pero ahí quedó la expresión aunque sospecho que en retroceso.
CASARSE DE PENALTI. Casarse por haber quedado embarazada una mujer. Las cosas de la coyunda dejan expresiones rancias como la citada y como «relaciones prematrimoniales» o reaccionarias como «cama de matrimonio». Podemos dormir (y no dormir) en una cama grande sin estar casados ¿verdad?
COLGAR BALONES A LA OLLA. Lanzar el balón en sucesivas ocasiones al área contraria, generalmente a la desesperada, con la esperanza de que algún compañero marque gol. Si marca un contrario en propia meta también vale.
El fútbol es tan maravilloso que permite que millones de aficionados entiendan el mismo lenguaje sin reparar en el porqué de lo que se dice. Eso se llama cultura. Y colgar balones a la olla es un ejemplo perfecto: su origen no está documentado, pero todos nos entendemos. Porque olla es sinónimo de área, dice el diccionario, pero lo de colgar ya es otra cosa ¿no? Otros términos no documentados, pero igualmente metafóricos muy de mi gusto son trenzar jugada, defensa escoba, salir a por uvas, emborracharse de balón, lamer el poste, romper la cintura, quitar las telarañas, pinchar el balón o ratón del área. Y mi expresión favorita: punto fatídico para referirse al punto de penalti –manchón penal en México-. Fatídico es algo que anuncia o pronostica el porvenir, especialmente si anuncia desgracias. (Las negritas son mías). Por más vueltas que uno le de, no hay por donde coger la expresión, pero todos sabemos a lo que se refiere.
COLGAR LAS BOTAS. Retirarse un jugador. Expresión similar al cortarse la coleta del toreo. Los porteros cuelgan los guantes.
ECHAR BALONES FUERA. Expresión futbolera que tuvo éxito indudable entre los hablantes. Se utiliza cuando se precisa ganar tiempo y eludir una responsabilidad.
EN EL DESCUENTO. Cito esta expresión por lo que tiene de equívoca. Significa por los pelos, porque se llama descuento al tiempo añadido a los 90 minutos iniciales de un partido de fútbol. Si te fijas bien, ese tiempo no es de descuento, sino de aumento. Otro caso en el que la fuerza del hablante se impone sobre la lógica y las academias. En Argentina en vez de tiempo de descuento dicen tiempo suplementario o alargue. Bien por ellos.
HACER LA CAMA. Otra expresión que nace en el fútbol y permea entre los hablantes, en el sentido de causar perjuicio a otro de forma sibilina. Durante un partido se pita libre directo por agacharse cuando el rival salta.
HACER LA OLA. Esta expresión nos llega directamente desde el fútbol. Hacemos la ola a quien pensamos dignos de alabanza. La ola la empezaron a hacer las aficiones que poblaron las gradas del Mundial de México 1986. Los ingleses dicen mexican wave.
JOGO BONITO. Así se conocía la forma de jugar de la selección brasileña de Pelé. En España creamos el término tiquitaca por la forma de jugar de la tricampeona selección española de Luis Aragonés y Vicente del Bosque. Diría que el inventor del término es Javier Clemente, quien por cierto lo decía para despreciar ese forma de jugar. Ironías del destino. En Twitter triunfa el neologismo acuñado por @Mr_Markoo, cholo-taka, en alusión a la nueva forma de jugar del Atlético de Madrid impulsada por el Cholo Simeone. Con independencia de lo anterior, @JuananCV acuñó el término nacionalmadridismo, que no necesita más explicación.
METER UN GOL. Cuando te engañan te meten un gol. Y no digamos si te meten un gol por toda la escuadra, que viene a significar que la trola que te has tragado es monumental. Cuando eres quien mete el gol por toda la escuadra es que has tenido gran éxito en tu gestión.
SALTAR AL CAMPO. Aún se dice saltar al campo para describir el momento en que los equipos ingresan en el terreno de juego. Data de los remotos orígenes del fútbol, cuando aún no había estadios y el campo se protegía de los basureros con una zanja alrededor que, obviamente, los futbolistas tenían que saltar.
TORNEOS DE VERANO. Han desaparecido prácticamente. Ahora se hacen pretemporadas internacionales. Eran torneos amistosos entre equipos españoles y extranjeros; rara era la ciudad que no tenía el suyo. Los más famosos eran el Teresa Herrera de La Coruña y el Carranza de Cádiz, ambos nacidos en los años 50.
CURIOSIDADES DE PALABRAS FUTBOLERAS
El fútbol con sus palabras y expresiones también están sujetos a los avatares de nuestra sociedad y su diccionario. A veces porque cambian las reglas y se dejan de usar expresiones como gol de oro o como llamar cuero al balón, porque la pelota ya no se fabrica con ese material. En Puerto Rico y en República Dominicana cuero es sinónimo de prostituta.
Y otras veces porque cambian los hábitos y así cada vez es más raro encontrar entre quienes gustan del fútbol a alguien que sepa lo que es un trencilla, por alusión al galón trenzado que adornaba la solapa de la chaquetilla que vestían antiguamente los árbitros.

Las aficiones representadas en el diccionario son: Colchoneros (Atlético de Madrid), azulgranas, blaugranas y culés (Barcelona), merengues (Real Madrid; la palabra madridista no viene en el diccionario) y periquitos (Espanyol).
Una pachanga es un partido informal de fútbol. En México una cascarita. En Argentina un fulbito o un picado, término que emplean igualmente bolivianos, colombianos y uruguayos. En Guatemala una chamusca. En Honduras una potra. En Costa Rica una mejenga. Los chilenos no juegan una pachanga: pichanguean. Pachanga, en su origen, es una danza cubana, algo festivo y alegre.
Quiniela es palabra procedente de una marca registrada. También futbolín es una marca registrada además de un invento español. Uruguayos y venezolanos dicen futbolito. En Argentina en vez de futbolín dicen fulbito o metegol y en Chile taca taca, aunque el diccionario no reconozca las dos últimas. En Perú un futbolín se conoce como fulbito de mano.


Los porteros son los futbolistas que más sinónimos (me refiero a los incluidos en el diccionario) tienen entre los hispanohablantes:
arquero, cancerbero, cuidapalos, golero, guardameta, guardapalos, guardavalla y meta.
En Ecuador escuché la palabra parante en un partido por la tele, pero no se refiere al portero (que bien podría), sino al poste de la portería.
En claro retroceso y desconocida por los aficionados de menos de 40 años, tenemos la palabra borceguí o bota del futbolista (que en Chile llaman chuteador).
En Costa Rica y Honduras tienen una palabra para definir a un portero malo: pascón. Los hondureños son muy sensibles a esto de la calidad del juego, porque tienen una palabra para señalar al equipo de fútbol que juega muy mal: pañuso. ¡Viva Honduras!
En El Salvador, por contra, tienen una palabra para definir al equipo que juega bien al fútbol: magiar, en recuerdo de la memorable, como se puede comprobar, selección húngara de mediados de los 50. En el Mundial de Suiza 1954 marcaron 27 goles, récord no superado por ninguna selección hasta la fecha. Y eso que solo jugaron 5 partidos, perdiendo la final 3-2 frente a Alemania.
En el Mundial de España 1982 Hungría metió la mayor paliza de la historia de las fases finales: 10-1 a El Salvador, ya es casualidad.
En España llamamos tuercebotas a un mal jugador. La palabra no viene en el diccionario. En Argentina y Uruguay los malos jugadores son pataduras.

Todo el mundo sabe lo que es una hipoteca, una biblioteca, una discoteca, o una filmoteca. ¿Pero qué diablos es una quiroteca? Prueba a preguntar a un aficionado al fútbol y tampoco lo sabrá. Una quiroteca es un guante. Es palabra procedente del griego cheirós (mano) y thḗkē ‘estuche’.
Llamar manopla a un guante de portero es una patada al diccionario, porque una manopla es, dice el DLE, una prenda para cubrir la mano sin separaciones para los dedos, o con una sola para el pulgar. Supe de este error gracias a Twitter y al amigo @elreflan.




¡ES LA GUERRA!
A veces la lírica encuentra acomodo en el fútbol: besar las mallas, lamer el poste, acariciar el balón… pero es cierto que muchas palabras futboleras son metáforas bélicas. O si lo prefieres porque tengas alma de poeta, metáforas armígeras, belígeras, incluso batallarosas y pugnaces. Por ejemplo ariete, artillero, cañonazo, chupinazo, chut (del inglés shoot), disparar, disparo, fusilar (esta es tremenda), hachazo, pepinazo, rematar o trallazo. Mi amigo Juan Antonio Cantelar me recuerda que de niños decíamos tirar a trallón. Es verdad y de repente huele a Nocilla. Ignoro el motivo por el cual esta marca registrada no está en el diccionario, donde sí podemos encontrar colacao, maicena o martini, por citar tres ejemplos.
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