Son estas fechas propias de villancicos, palabra cuya etimología procede de villanus, que en latín describía al habitante de una casa de campo o labriego y posteriormente pasó a designar a los hombres de clase baja. Así pues estas composiciones que todos hemos cantado tienen un origen humilde y se adelantan varias centurias a lo que hoy llamamos cultura popular.

Covarrubias, en su Tesoro de la Lengua Castellana o Española (1611) define así villanesca: “Las canciones que suelen cantar los villanos cuando están en solaz. Pero los cortesanos remedándolos, han compuesto a este modo y mensura cantarcillos alegres. Este mismo origen tiene los villancicos tan celebrados en las fiestas de Navidad y Corpus Christi”.

Villancico aparece ya en el volumen VI del  Diccionario de Autoridades (1739): “Composición de Poesía con su estribillo para la Música de las festividades en las Iglesias”, pero Cervantes un siglo antes ya había consagrado en El Quijote su uso particular en estas fechas: Olvidávaseme de decir como Grisóstomo, el difunto, fue grande hombre de componer coplas; tanto, que él  hacía los villancicos para la noche del Nacimiento del Señor, y los autos para el día de Dios, que los representaban los mozos de nuestro pueblo, y todos decían que eran por el cabo.

En Puerto Rico dicen reyar a salir en grupos solicitando el aguinaldo, palabra que por cierto es también sinónima de villancico y que quizás proceda del latín hoc in anno (en este año). Reyar nace por la proximidad de la solemne llegada de los Reyes Magos. Solemne es (o mejor dicho era) lo que se celebra una vez al año.

Además de un dulce, un nochebueno es ya desde el volumen IV del referido Diccionario de Autoridades “un tronco grande de leña, que ponen en el fuego la noche de Navidad, y la parte que queda la guardan, piadosamente, persuadidos a que tiene virtud contra las tempestades, por reverencia a esta noche”.

Los primeros esquíes eran de madera. En el idioma noruego tronco cortado o leño se dice ski y de ese término nace el nombre del deporte de nieve que en España popularizara la familia Fernández-Ochoa.

Son días, en definitiva, para pasar en familia, palabra de etimología latina cuyo significado primitivo era “conjunto de los esclavos y criados de una persona”, por famulus: ‘sirviente’, ‘esclavo’.

En un belén encontrarás figuras muy reconocibles por fuerza de la tradición. Veamos algunas:

Los pastores con su inconfundible chaleco de borreguito y cuyo nombre es zalea. Como bien sabes gracias a Raphael, a Jesús «le traen regalos en su viejo zurrón», y ese zurrón se llama zamarrico, pero claro, rimaba mejor con ropo-pom-pón.

El ángel, cuya palabra procede del griego y significa mensajero.

El buey. La palabra hecatombe, presente ya en nuestro primer diccionario, originariamente aludía al sacrificio de cien bueyes. La palabra bulimia la tomamos del griego y su significado literal es ‘con hambre de buey’. A pesar de su herbívora etimología, entre 1884 y 1992 el diccionario definía la bulimia como ‘hambre canina’.

El pesebre. Sin duda habrás dicho u oído la expresión ‘limpio como una patena’. ¿Pero qué es una patena? Es la bandeja pequeña generalmente dorada donde se deposita la hostia durante la misa. Patena es palabra latina cuyo significado es ‘pesebre’.

El montón de paja o de heno formado en torno a un palo vertical se llama almiar.

La estrella, del latín stella. En griego aster y por eso una estrella pequeña se llama asterisco. Una estrella fugaz se mueve a gran velocidad. La estrella que se mueve con lentitud se llama bradita, del griego bradýs, ‘lento’. De aster derivan asteroide (de forma de estrella) o astronauta.

Los camellos. Antiguamente a la jirafa se la conocía como camello pardal. En la mayoría de los belenes no hay camellos, sino dromedarios, cuya etimología es ‘camello corredor’. El término griego dromos, presente en este mamífero de una sola joroba y cuyo significado es ‘camino, calle’, lo encontramos por ejemplo en aeródromo, hipódromo o palíndromo. También en dromomanía, la obsesión patológica por trasladarse de un lugar a otro.

Cervantes en su Quijote y por boca de Sancho Panza: «… como se pareció cuando dijo que los molinos de viento eran gigantes, y las mulas de los religiosos dromedarios».

Por cierto que los dromedarios amblan, al igual que los camellos, los elefantes, las jirafas, los osos y la mayoría de los primates. Amblar es andar moviendo a un tiempo el pie y la mano de un mismo lado.

Otro significado de amblar, ya en desuso, es ‘mover lúbricamente el cuerpo’.

Quizás te guste más Papá Noel. Bueno, no sé mucho de él, pero sí sé que algunos animales tienen unos sinónimos horribles. Así pasa por ejemplo con

el quebrantahuesos/osífrago,

el murciélago/panarra,

la foca/vítulo marino,

el pelícano/onocrótalo

y el propio reno, cuyos dos sinónimos son a cual peor: rangífero y tarando.

Lo mismo le pasa al abeto con sus sinónimos, que son espantosos: pinabete y sapino.

No es necesario explicar por qué todos decimos reno y abeto ¿verdad?

Comparte ahora y más en estas fechas: entre todos lo sabemos todo.

FELIZ NAVIDAD.